-Estimo els núvols...els núvols que passen...lluny...els meravellosos núvols!"
-¿Qué amas tú, extraordinario extranjero?
-Amo las nubes. . . las nubes que pasan... a lo lejos. . . ¡las maravillosas nubes!
"La Lluna, que és el mateix caprici, mirà per la finestra mentre tu dormies al teu bressol, i es digué:"Aquesta nena em plau".
I baixà suaument per la seva escala de núvols i passà sense soroll a través dels vidres. Després s' estengué damunt teu amb la tendresa suau d' una mare, i diposità els seus colors sobre la teva cara. Les teves nines n' han restat verdes, i les teves galtes extraordinàriament pàl·lides.És contemplant aquesta visitadora que els teus ulls s' han engrandit estranyament; i ella t' ha premut el pit tan tendrament que tu hi has guardat per sempre les ganes de plorar.
Tanmateix, en l'expansió de la seva joia la Lluna reomplia tota la cambra...com un verí lluminós...i deia: "tu sofriràs eternament la influència de la meva besada...estimaràs el que jo estimo i el que m' estima: l' aigua, els núvols, el silenci i la nit...el lloc on tu no seràs..."
La luna, que es el deseo mismo, se asomó por la ventana mientras dormías en la cuna, y se dijo:
-Esa criatura me gusta.
Y descendió delicadamente por su escalera de nubes y pasó sin ruido a través de los cristales. A continuación se tendió sobre ti con la delicadeza flexible de una madre, y depositó en tu faz sus colores. Las pupilas se te volvieron verdes y las mejillas sumamente pálidas. De observar a tal visitante, se te agrandaron de manera tan extraña los ojos, tan tiernamente te apretó la garganta, que te dejó para siempre deseos de llorar.
Mientras, en la propagación de su alegría, la luna llenaba todo el cuarto como una atmósfera fosforescente, como un veneno luminoso; y toda aquella luz viviente pensaba y decía:
-Perpetuamente has de sentir el influjo de mi beso. Hermosa serás a mi manera. Querrás lo que quiera yo y lo que me quiera a mí: el agua, las nubes, el silencio y a la noche; al mar inmenso y verde; al agua informe y multiforme; al lugar en que no estés; al amante que no conozcas; a las flores monstruosas; a los aromas que hacen delirar; a los gatos que pierden el sentido sobre los pianos y gimen como mujeres, con voz ronca y suave.
de CHARLES BAUDELAIRE
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